La UE cambia de traje
20 minutos / 22.03.05
Los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea bendecirán hoy y mañana el acuerdo al que llegaron sus ministros de Economía, la madrugada de ayer, para reformar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) al gusto de Alemania y Francia, lo que supone prácticamente su desaparición. Pese a que en apariencia mantiene los límites fijados inicialmente, se admiten tantas razones para incumplirlos que el pacto pierde toda su eficacia.
El PEC fue el traje que diseñaron en 1997 los sastres alemanes –los mismos a los que ahora les aprieta las sisa– para los países que adoptaran el euro. Si no se ajustaban al talle, si su déficit público superaba el 3% de la riqueza nacional (PIB) o la deuda pública era superior al 60%, serían seriamente advertidos y después multados. La intención era dotar al euro de credibilidad en los mercados financieros y conseguir que la flamante moneda única tuviera una fortaleza comparable a la del todopoderoso dólar. Eran momentos de bonanza económica y esa férrea disciplina parecía una carga asumible para los gobiernos.
Las costuras han empezado a saltar con la debilidad de las economías europeas en los últimos años. El bajo ritmo de crecimiento especialmente en Alemania y Francia, ha reducido los ingresos por impuestos y ha aumentado el gasto para pagar los subsidios a los que se quedan en paro. Las cuentas públicas se han resentido, el traje se les ha quedado pequeño a alemanes, franceses y a otros ocho países de la UE. La aparente ventaja del nuevo PEC, y la razón de su inoperancia, es su flexibilidad. Es como regalar a los países un traje elástico, que les permitirá salirse de las normas sin que tengan que rendir cuentas por ello.
Los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea bendecirán hoy y mañana el acuerdo al que llegaron sus ministros de Economía, la madrugada de ayer, para reformar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) al gusto de Alemania y Francia, lo que supone prácticamente su desaparición. Pese a que en apariencia mantiene los límites fijados inicialmente, se admiten tantas razones para incumplirlos que el pacto pierde toda su eficacia.
El PEC fue el traje que diseñaron en 1997 los sastres alemanes –los mismos a los que ahora les aprieta las sisa– para los países que adoptaran el euro. Si no se ajustaban al talle, si su déficit público superaba el 3% de la riqueza nacional (PIB) o la deuda pública era superior al 60%, serían seriamente advertidos y después multados. La intención era dotar al euro de credibilidad en los mercados financieros y conseguir que la flamante moneda única tuviera una fortaleza comparable a la del todopoderoso dólar. Eran momentos de bonanza económica y esa férrea disciplina parecía una carga asumible para los gobiernos.
Las costuras han empezado a saltar con la debilidad de las economías europeas en los últimos años. El bajo ritmo de crecimiento especialmente en Alemania y Francia, ha reducido los ingresos por impuestos y ha aumentado el gasto para pagar los subsidios a los que se quedan en paro. Las cuentas públicas se han resentido, el traje se les ha quedado pequeño a alemanes, franceses y a otros ocho países de la UE. La aparente ventaja del nuevo PEC, y la razón de su inoperancia, es su flexibilidad. Es como regalar a los países un traje elástico, que les permitirá salirse de las normas sin que tengan que rendir cuentas por ello.
0 Comments:
Post a Comment
Subscribe to Post Comments [Atom]
<< Home