Friday, September 09, 2005

Nacionalismo empresarial

20 minutos / 26.07.2005
Los gobiernos se resisten a ver a sus empresas en manos foráneasFrancia puede respirar tranquila. La norteamericana Pepsico ha negado que esté interesada en comprar la francesa Danone. El rumor de que una de las empresas emblemáticas de la economía gala podía acabar en manos extranjeras había causado una tremenda alarma. El mismísimo presidente francés, Jacques Chirac, había mostrado su preocupación –«estaremos vigilantes», dijo– y el ministro del Interior, Nicolás Sarkozy, se mostró incluso dispuesto a intervenir apoyando a los accionistas de referencia de la compañía para evitar que la fabricante de la Pepsi tuviera éxito en su intento. Otra muestra más de lo fácil que es predicar el liberalismo en general, y de lo difícil que resulta aplicarlo cuando nos afecta al bolsillo o, como en este caso, a la bandera.

Hace pocos días el BBVA también tuvo que renunciar a sus planes para comprar la italiana Banca Nazionale del Lavoro (BNL). Los accionistas italianos de esta entidad financiera, estimulados por el Gobierno italiano y el Banco de Italia, se pusieron de acuerdo para evitar que cayera en manos del banco español. Con resistencias parecidas se está encontrando la petrolera china CNOOC para adquirir a su competidora tejana Unocal, a la que Chevron parece haberle echado el ojo para evitar que acabe cayendo en manos asiáticas.

Y no se trata de pedir que el Gobierno dimita de su obligación de corregir los efectos perniciosos que el funcionamiento del mercado puro y duro puede tener sobre la ciudadanía. Ésa es una labor fundamental de los Estados frente al caprichoso funcionamiento de la economía. Pero no es ése el objetivo de estas actuaciones obstruccionistas que demuestran el nacionalismo empresarial de unos gobernantes que poco tiene que ver con la fe en las leyes del mercado que dicen defender.