¿Qué IRPF tendremos?
Pero no está la reforma fiscal como para sacar pecho, especialmente si recordamos que se decidió retrasarla para aplacar las hostilidades que su elaboración desató entre diferentes ministerios.
El impuesto de la renta es una de las tres patas sobre las que se sustenta el 80% de los ingresos tributarios del Estado. Tres de cada diez euros que recauda proceden del IRPF, otros tres del IVA y dos del Impuesto de Sociedades. Por tanto, cualquier cambio puede afectar sustancialmente a las cuentas públicas. Y además es uno de los puntales del sistema de financiación autonómica.
Quizá hoy podamos comprobar si se respetan o no los principales ejes de esa reforma anunciados en su día a bombo y platillo: disminuir la carga fiscal sobre las rentas de los trabajadores, reducir los tramos y el tipo máximo (ahora en el 45%) y revisar las deducciones para que sea un impuesto más justo. Lo que sí podemos exigir desde ya a nuestros políticos es que hagan el favor de ponerse de acuerdo en cuestiones básicas y, si no es mucho pedir, que ese nuevo IRPF tenga algún futuro más allá de la próxima mudanza en La Moncloa. Que ya está bien de tanto cambio.
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