No todo sube igual
20 minutos / 04.10.2005
Hay realidades que no por sabidas son menos hirientes. Y nuestras subidas salariales, por llamarlas de alguna forma, claman al cielo. Un enésimo estudio anuncia que en 2006 el aumento real del sueldo en España será el tercero más bajo de la UE: sólo un 0,6% por encima de la inflación, casi cuatro veces menos que la media europea (2%). Osea, que a pesar de que nuestras nóminas serán de las que más crezcan (4,3%), se verán lastradas por un IPC excesivo (3,7%) porque ahí sí estamos, por desgracia, a la cabeza de las economías del continente. Mala suerte.
La tibieza salarial contrasta, sin embargo, con los excelentes resultados que están presentando las empresas. El Banco de España certificó ayer que han ganado un 32% en el primer semestre del año. No hace falta calculadora para darse cuenta de que, una vez restado el 3,7% de la inflación, el alza de los beneficios sigue siendo más que notable. Claro que si no tenemos en cuenta los ingresos extraordinarios, y nos atenemos al funcionamiento estricto del negocio empresarial, ese aumento se queda alrededor del 10%. Si seguimos desmenuzando esa información, vemos que las grandes empresas –especialmente las que cotizan en Bolsa– incrementan sus resultados un 11,3%, mientras las medianas ganan un 2,9% menos. Pese a ello, las segundas han destinado un 4,9% más a gastos de personal, y las primeras un 3,5%. Pero, ojo, en conjunto subieron un 3,6%, por debajo de la inflación.
La alegría, pues, va por barrios. Y no digamos ya si nos fijamos en los sectores de actividad. Los beneficios de las empresas energéticas habían subido hasta junio un 22,2% y los de la industria tan sólo un 1,9%. ¿Habrá alguien a estas alturas que aún tenga dudas de los efectos negativos de la falta de competencia en el mercado de la energía?
Hay realidades que no por sabidas son menos hirientes. Y nuestras subidas salariales, por llamarlas de alguna forma, claman al cielo. Un enésimo estudio anuncia que en 2006 el aumento real del sueldo en España será el tercero más bajo de la UE: sólo un 0,6% por encima de la inflación, casi cuatro veces menos que la media europea (2%). Osea, que a pesar de que nuestras nóminas serán de las que más crezcan (4,3%), se verán lastradas por un IPC excesivo (3,7%) porque ahí sí estamos, por desgracia, a la cabeza de las economías del continente. Mala suerte.
La tibieza salarial contrasta, sin embargo, con los excelentes resultados que están presentando las empresas. El Banco de España certificó ayer que han ganado un 32% en el primer semestre del año. No hace falta calculadora para darse cuenta de que, una vez restado el 3,7% de la inflación, el alza de los beneficios sigue siendo más que notable. Claro que si no tenemos en cuenta los ingresos extraordinarios, y nos atenemos al funcionamiento estricto del negocio empresarial, ese aumento se queda alrededor del 10%. Si seguimos desmenuzando esa información, vemos que las grandes empresas –especialmente las que cotizan en Bolsa– incrementan sus resultados un 11,3%, mientras las medianas ganan un 2,9% menos. Pese a ello, las segundas han destinado un 4,9% más a gastos de personal, y las primeras un 3,5%. Pero, ojo, en conjunto subieron un 3,6%, por debajo de la inflación.
La alegría, pues, va por barrios. Y no digamos ya si nos fijamos en los sectores de actividad. Los beneficios de las empresas energéticas habían subido hasta junio un 22,2% y los de la industria tan sólo un 1,9%. ¿Habrá alguien a estas alturas que aún tenga dudas de los efectos negativos de la falta de competencia en el mercado de la energía?
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