Wednesday, February 08, 2006

La OPA, a todo gas

Cuesta creer que la compra de Endesa por
Gas Natural pueda ser buena para la competencia.

20 minutos/07.02.2006
Las cuestiones económicas se suelen clasificar, a grandes trazos, en dos grupos: las que tienen relación con la marcha de los países y las grandes empresas (macroeconomía) y las que afectan directamente a nuestro bolsillo (microeconomía).Evidentemente, un mismo hecho económico puede tener implicaciones en ambos niveles e incluso puede ser bueno para uno y malo para otro. Algo de eso hay en la OPA, la oferta de compra, que Gas Natural ha lanzado sobre Endesa, la primera eléctrica española.

La suma de las dos compañías dará como resultado un potente grupo energético español con capacidad para resistir posibles tentativas de control por parte de empresas extranjeras, en un sector estratégico para nuestra economía, y para proseguir la expansión iniciada ya por ambas en Europa y sobretodo en Latinoamérica, donde tienen ya casi tantos clientes como aquí. Es decir, que en el plano macroeconómico se puede considerar una operación favorable.

Para los clientes, la cosa está menos clara, pese a que las condiciones impuestas por el Gobierno a Gas Natural y aceptadas por la empresa gasista intentan salvaguardar la competencia en un sector donde ésta brilla por su ausencia. Tres años después de la supuesta liberalización, muy pocas familias han cambiado de suministrador, básicamente por el lío burocrático que supone y el mínimo ahorro que pueden obtener (de 20 a 40 euros anuales, según diversos estudios). Desde el punto de vista microeconómico, cuesta creer que de la unión entre la eléctrica que controla el 60% del mercado español –casi el 100% en las autonomías donde está implantada– y la firma que tiene cerca del 80% de los clientes de gas del país pueda nacer una empresa que ayude a reducir los precios y a mejorar la calidad del servicio.

Banca de peaje

Las comisiones pesan cada vez más en el negocio
bancario por lo que habrá más y seguirán subiendo.

20 minutos.es/31.01.2006
Cada vez pagamos más comisiones al banco o a la caja de ahorros.Se encarecen año tras año y nos cobran por servicios que antes eran gratuitos. No es raro que las quejas de los clientes por el uso (y abuso) que se hace de las comisiones hayan crecido espectacularmente, como certifica el Banco de España. De hecho, han aumentado casi tanto como el peso de los ingresos que el sector financiero obtiene gracias a ellas: hace veinte años representaban sólo 12 de cada 100 euros que ganaban bancos y cajas, ahora ya son 30.

El cobro de este ‘peaje’ por los conceptos más diversos ha permitido a las entidades financieras casi triplicar sus ingresos por comisiones en diez años –de los 3.735 millones de euros de 1995 se pasó a 9.560 millones en 2004– en un contexto de tipos de interés bajos, sin margen para obtener beneficios por esa vía. Las comisiones netas, la diferencia entre las comisiones que cobran y las que pagan a los clientes, han crecido alrededor del 10% anual, que es lo mismo que han aumentado de media los beneficios de la banca.

La supuesta ‘guerra de las comisiones’ que debería haber desatado la decisión del Santander Central Hispano de suprimir el cobro de comisiones a más de dos millones de clientes no será tal. Por ahora, sólo algunas entidades de tamaño medio como la CAM, Bancaja, Cajamar o Caixa Galicia han decidido ganar (o conservar clientes) siguiendo los pasos del primer banco español. Los otros grandes del sector no harán nada porque, dicen, sus comisiones son más razonables que las del SCH. Van a mantener su política del «quién algo quiere algo le cuesta» y seguirán cobrando por los servicios que prestan. La guerra, pues, se queda en la pequeña batalla que cada uno de nosotros tendrá que librar negociando esas comisiones con el director de nuestra oficina.

¿Un buen negocio?

El nuevo sistema de financiación del Estatuto
queda muy lejos de las aspiraciones catalanas.

20 minutos/24.01.2006
Vistos los detalles del nuevo Estatuto en el terreno económico cabe preguntarse dos cosas: ¿ha conseguido Cataluña lo que buscaba? ¿Se rompe la solidaridad entre territorios?La respuesta a la primera es que no. Los negociadores catalanes aspiraban a recaudar todos los impuestos que se pagan en Cataluña y se han contentado con aumentar la participación en una serie de impuestos (IRPF, IVA, alcohol, tabaco, carburantes) de los que ya recibían parte de sus ingresos. Poca novedad: las anteriores reformas impulsadas por CiU –en 1993 con el PSOE, y en 1996 y 2001 con el PP– eran muy parecidas a ésta y sus resultados han sido más bien discretos.

El compromiso del Gobierno de compensar la deuda histórica (se habla de entre 2.600 y 3.000 millones de euros) por la poca inversión estatal en Cataluña en los últimos años parece el mayor logro: el gasto público estatal deberá ser proporcional al peso de la población catalana en el conjunto del Estado. Lo sorprendente es que no lo haya sido hasta ahora. Esa actitud de los gobiernos centrales, fuera quien fuera el partido en el poder, ha generado un serio déficit fiscal (diferencia entre lo que se paga en impuestos y lo que se recibe del Estado). Por último, han conseguido sólo a medias su objetivo de tener un agencia tributaria propia.

El futuro de la solidaridad entre autonomías es el gran argumento de los que se oponen al acuerdo. La clave para que la haya está en hacerla compatible con el crecimiento económico de las más desarrolladas. Y eso vale para Cataluña, pero también para Baleares, la Comunidad Valencia y Madrid.