Wednesday, June 15, 2005

No hay mal que por bien no venga

14.06.2005 / 20 minutos

La crisis que atraviesa el proceso de construcción europea tras los «no» de Francia y Holanda a la euroconstitución, seguida por la tentación de algunos países de abandonar el euro y volver a sus respectivas monedas nacionales, han pasado factura a la divisa europea. Ayer fijó su cambio oficial en poco más de 1,20 dólares, uno de los niveles más bajos registrados en el último año.

Si la fortaleza del euro frente a la moneda norteamericana respondía más a los defectos propios de la economía estadounidense que a las virtudes de la europea, esta nueva situación está directamente relacionada con las dudas sobre el futuro de las economías de este lado del Atlántico. Dudas a las que hay que añadir ahora la pelea entre los socios de la UE por el deseo de los países que más dinero aportan a las arcas comunitarias de limitar el reparto de los fondos europeos.

Pese a todo, un euro menos fuerte tiene ventajas para nuestras empresas, ya que les permite recuperar una parte de la competitividad que habían perdido frente a las rivales que vendían en dólares. Con un euro débil nuestras exportaciones sufrirán menos y a los turistas les saldrá barata su estancia en nuestro país. En cambio, no podremos importar a precios tan bajos, ni se reducirá tanto la factura del petróleo, y ya no nos saldrán tan baratas las vacaciones en los Estados Unidos y en otros países que operan con la moneda norteamericana.

Deberemos estar muy atentos a la evolución de la inflación, bastante contenida hasta ahora, y ver qué pasa con los tipos de interés. Y aunque esta nueva situación puede favorecer el crecimiento económico, tenemos la obligación de seguir pensando cómo mejoramos la competitividad de las empresas europeas más allá de que la devaluación de nuestra divisa nos pueda echar un cable.

Monday, June 13, 2005

Aquí no hay quien alquile

07.06.2005 / 20 minutos

La promoción del alquiler es, según expertos y autoridades, una de las soluciones para mejorar el acceso de la población a la vivienda y, de paso, frenar la escalada de precios hasta niveles tan estratosféricos como los actuales. Pero mucho tendrán que cambiar las cosas en España si se quiere que esa sea una medida realmente efectiva. Aquí se alquila poco –sólo el 11,5% de los 20,82 millones de viviendas censadas–, pero la realidad es que hay menos pisos alquilables ahora que hace cuatro años: hemos pasado de tres a dos millones de viviendas. Es decir, un 6% sobre el total cuando en los principales países europeos se sitúa alrededor del 30%.

Claro que ¿cómo va a crecer el alquiler si el 94% de los pisos están a la venta? Y va a ser muy difícil reducir ese porcentaje mientras constructores y promotores sigan obteniendo los enormes beneficios que les proporcionan las imparables subidas de precios. En 2004 se encarecieron una media del 17,4%,y las previsiones menos optimistas apuntan que seguirán aumentando entre un 10% y un 12% este año, y un 9,3% en 2006. Hasta el 2010, como muy pronto, no se prevé que empiecen a crecer al ritmo de la inflación (alrededor del 3% o el 4%).

Para que aumente el número de pisos disponibles para ser arrendados, el Gobierno ha anunciado un plan: medidas fiscales, profesionalización del mercado de la vivienda de alquiler, desarrollo de fondos de inversión inmobiliarios, puesta en marcha de la agencia pública de vivienda... Pero los expertos avisan de que será difícil convencer a los españoles para que alquilen más y compren menos pisos si los tipos de interés siguen tan bajos y los alquileres tan altos, y si se mantienen las deducciones del IRPF por adquisición de vivienda. Además, deberá proporcionar a los propietarios la seguridad jurídica que ahora no tienen frente a los inquilinos.

España va bien

03.06.2005 / 20 minutos

El descenso del paro y el aumento de afiliados a la Seguridad Social vienen a sumarse a una oleada de noticias económicas positivas.Primero, una revisión estadística elevó el crecimiento de nuestra economía en 2004 casi en medio punto. Después, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el organismo que agrupa a los 30 países más ricos, elevó la previsión de aumento del PIB español para 2005 y 2006 al tiempo que rebajaba las perspectivas económicas del resto del mundo. Ese anuncio coincidió con la publicación de los datos que constataban un incremento de nuestro PIB del 3,3% –superior al del resto de países de la zona euro– entre enero y marzo de este año.

¿Quiere eso decir que España va bien? La clave que explica esta cascada de buenos resultados es la revisión de la estadística para incorporar el creciente papel de la población inmigrante en nuestra economía. Esa aportación nos hace más ricos, pero también somos más a repartir. El precio de esa aparente bonanza son un IPC muy superior a la media europea, una vivienda por la nubes y un preocupante nivel de endeudamiento familiar.

La deuda que no para

31.05.2005 / 20 minutos

Tres de cada diez españoles reconocen que tienen problemas para pagar sus créditosLas familias españolas, que se siguen endeudando por encima de sus posibilidades, empiezan a dar síntomas de agotamiento financiero. Tres de cada diez (31%) reconocen que tienen serias dificultades para pagar alguna mensualidad de sus créditos, según un estudio europeo conocido ayer. La cifra nos sitúa al frente del continente, por delante de Alemania (30%) y Suiza (27%), y casi duplica la media: el 18% de nuestros vecinos europeos se enfrentan al mismo problema.

Pese a todo, los españoles son también los más predispuestos a seguir endeudándose, aunque siete de cada diez ya han pedido un crédito o han financiado alguna compra. La preocupación por estos nuevos datos se añade al toque de atención que lanzó el Banco de España la pasada semana cuando alertó de que la deuda de las familias supera ya sus rentas anuales (salarios y ahorros).

Los precios estratosféricos de la vivienda, que en 2004 crecieron un 17%, son los principales culpables. El 58% de los españoles han pedido un crédito para comprar una, frente al 38% de europeos. Pero lo más preocupante es que, en esta situación, una hipotética subida de los tipos de interés haría mucho más difícil la devolución de esos préstamos. Por una parte, porque la necesidad de hacer frente a pagos tan elevados ha disparado tanto el número de hipotecas como su cuantía. Por otra, porque al estar claramente sobrevalorada (alrededor de un 20%) hacen a las familias más ricas de lo que realmente son.

Europa no va bien

24.05.2005 / 20 minutos
El «no» francés haría más difícil la recuperación económicaSon muchos ya los datos que demuestran que a la economía europea le está costando más de lo previsto levantar cabeza. Alemania y Francia, las locomotoras del crecimiento económico en Europa, están creciendo un modestísimo 1%. Y sus respectivos gobiernos están en apuros. Italia acumula ya medio año perdiendo riqueza (el PIB ha caído un 0,4% y un 0,5% en los dos últimos trimestres) y Portugal atraviesa serias dificultades. España es aparentemente más rica tras la revisión de la contabilidad estadística, aunque en realidad lo que se ha hecho es aflorar el impacto económico de la inmigración, hasta ahora oculto en las cifras oficiales. Con lo cual, aunque seamos más ricos, también somos más a repartir esa riqueza.

La mayoría de las previsiones coinciden en advertir que la recuperación de la economía mundial va para largo, especialmente en Europa. Paciencia, pues. Claro que mientras aquí vamos al ralentí, otros siguen con el turbo puesto. Como China, que ha crecido un 9,4% en el primer trimestre del año. Manteniendo el ritmo del 9,5% que registró en 2004. Las dudas sobre la construcción europea son, además, un obstáculo para que el continente pueda cambiar de marcha. El referéndum francés sobre la Constitución Europea del domingo es uno de los elementos de incertidumbre que impide el despegue. Especialmente si tenemos en cuenta que el «no» se perfila como ganador en los sondeos y que la Unión Europea ya ha advertido que no tiene un plan de lo que se puede hacer si el «sí» sale derrotado de las urnas. En su momento, la ratificación del Tratado de Maastricht, en 1992, llevó a una fuerte inquietud a las Bolsas y a los mercados de divisas. Por ahora, nada indica que se pueda repetir esa situación, pero tampoco hay ninguna garantía de lo contrario.